En un mundo trazado por límites visibles e invisibles, Marelibre es una exploración del mar como espacio de libertad, transformación y presencia.
Este ensayo visual en blanco y negro propone al océano no solo como paisaje natural, sino como un territorio simbólico donde se diluyen las fronteras impuestas por los seres humanos.
Espacio físico y geografía emocional se entrelazan en una mirada que cuestiona los límites que hemos aprendido a aceptar. Frente a las líneas que dividen, el mar fluye. Sin banderas ni muros, sin coordenadas fijas, rehace su forma constantemente y nos recuerda que las estructuras que creemos sólidas son tan frágiles como la espuma. El mar no separa; todo lo contrario, conecta. En su inmensidad, los bordes pierden sentido, y nos enfrentamos a una superficie libre que nos invita a preguntarnos: ¿hasta dónde llegan los límites que trazamos?
Cada oleaje trae consigo historias de migración, exilio, pérdida y supervivencia. La naturaleza no hace guerras. Somos nosotros quienes dividimos, clasificamos y excluimos.
En este presente marcado por genocidios, racismos y una creciente ausencia de humanidad, Marelibre se convierte también en una denuncia silenciosa. Frente a la repetición de violencias que fragmentan comunidades y anulan vidas, el mar es testigo y símbolo de resistencia, memoria y esperanza. Es un llamado urgente a reconectar con la empatía y la responsabilidad compartida, para no permitir que la indiferencia y el odio sigan trazando fronteras que destruyen.
Marelibre es una reflexión visual sobre la libertad y una invitación a mirarnos más allá de las fronteras, recordándonos que la verdadera humanidad se encuentra en el acto de reconocernos todos como iguales, de entender que a cualquiera de nosotros podría tocarnos vivir lo que hoy atraviesan miles de personas en tantos países en conflictos. El mar, sin líneas ni muros, nos habla de una libertad común, que no distingue nacionalidades ni banderas, y que nos une en nuestra vulnerabilidad y esperanza.
Todas las fotografías fueron hechas con drone en Guanacaste, Costa Rica y con cámara en Nazaré, Portugal.